martes, mayo 11, 2004

El nuevo exilio

ALEJANDRO ARMENGOL


La mayoría de los exiliados cubanos que viven en el sur de la Florida apoyan cualquier medida para salir de Fidel Castro, a la par que no ven esto posible en un futuro cercano. Esta afirmación desalentadora es una de las conclusiones que se desprende de la última encuesta sobre la política de Estados Unidos hacia Cuba. No es un hallazgo sorpresivo.

Ha aumentado la resignación y el desencanto, pero también ha crecido la ayuda a quienes viven en la isla y el apoyo a las medidas que permiten la venta de alimentos y medicinas. Hoy son menos los que se oponen al levantamiento de la prohibición de viajes.

Estos dos polos caracterizan al exilio floridano. Una comunidad que se declara en favor del embargo y la lucha armada contra Castro, pero cuyos miembros viajan a la isla y envían remesas. ¿Cómo apoyar el diálogo y la guerra al mismo tiempo? La explicación está en el estancamiento de la situación en la isla. La renuencia total a cualquier tipo de solución negociada por parte del gobernante cubano hace que la alternativa armada mantenga su vigencia entre los exiliados --aunque sea como principio--, por más que no exista una posibilidad real e inmediata de que ésta se materialice.

El tercer aspecto que evidencia la encuesta es el más interesante. Son las diferencias entre los exiliados llegados entre 1959 y 1964 y los que arribaron después de 1985. Las discrepancias fundamentales no radican en el rechazo o el apoyo al embargo, la actitud hacia el derrocamiento del régimen por la vía militar y la posición frente a la disidencia interna, sino en cuestiones más cotidianas: las remesas, los viajes a la isla, las ventas de alimentos y medicinas y los conciertos en Miami de artistas residentes en la isla. No se trata de un enfrentamiento ideológico entre sectores del exilio, sino de puntos de vista divergentes en aspectos relativamente secundarios, magnificados por el sector más intransigente. Sólo en la posibilidad del restablecimiento de relaciones entre Estados Unidos y el gobierno cubano estas discrepancias adquieren una clara dimensión política.

El sondeo --realizado en conjunto por el Instituto de Investigaciones de la Opinión Pública y el Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de la Florida (FIU)-- es el más importante de los frecuentes estudios sobre las opiniones de los exiliados que se llevan a cabo en esta ciudad.

La falta de una alternativa es la que permite entender el fuerte apoyo al mantenimiento del embargo --un dato consecuente con otros sondeos llevados a cabo en esta ciudad. Sin embargo, al ser interrogados sobre restricciones específicas, los entrevistados demuestran ser más moderados de lo que aparentan. Aproximadamente el 49.1% respalda la prohibición a las compañías norteamericanas para que hagan negocios con Cuba, pero un 69.2% estaría de acuerdo en permitir a esas compañías que vendan medicinas para los residentes en la isla. Un 55.4% favorecería la venta de alimentos.

La encuesta tiene un valor fundamental en lo que respecta al tema de las remesas. El 52.7% de los encuestados envía dinero a sus familiares en la isla, mientras que el 45.6% no lo hace y el 1.7% no lo sabe o se negó a responder. El total de dinero enviado anualmente por residentes en Miami-Dade y Broward --cercano a los cien millones de dólares-- se debe a que hay muchos exiliados que mandan cantidades moderadas.

La oposición de criterios sobre las remesas y los viajes es notoria según la fecha de arribo al exilio. Las diferencias se hacen más notables entre quienes llegaron entre 1959 y 1964 y aquéllos que vinieron después de 1985.

También se acentúan en los puntos intermedios de la escala de opinión y no en las posiciones extremas. Mientras que el 31.9% de los primeros se opone con firmeza a la venta de medicinas a Cuba, la cifra baja a casi la mitad entre los últimos: sólo el 15.2%. La desproporción es aún mayor con respecto a la venta de alimentos: muy en contra el 49.7% de quienes llegaron antes y sólo el 20.7% entre los que se exiliaron después de 1985. Hay diferencias similares sobre el establecimiento de un diálogo nacional, la restricción a los viajes y el permitir la actuación en Miami de grupos musicales procedentes de Cuba.

Si el apoyo a la disidencia es el punto de unión de los exiliados --con independencia de la fecha de arribo--, el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba marca la mayor discordia. A favor sólo está el 28.8% de los llegados antes de 1964, con el 71.2% en contra. Las cifras casi se invierten por completo entre quienes viajaron al exilio después de 1985: 61.1% a favor y 38.9% en contra.

Tras estas diferencias hay un enfoque más pragmático de los exiliados recientes, mientras que el llamado ''exilio histórico'' se aferra con mayor fuerza a la posibilidad extremadamente débil de cambios inmediatos (es decir: la caída de Castro) y se niega a renunciar a sus puntos de vista tradicionales. Poco a poco, se abre paso la moderación.

Hay un avance en el exilio. Siempre constituye un progreso que un problema político sea reemplazado por razones más humanas. Predomina en las cifras la visión de que la oposición al régimen castrista no está reñida con la necesidad de ayudar a quienes viven en Cuba. Ahora hace falta que se imponga también en las urnas.

aarmengol@herald.com
Posted on Tue, May. 11, 2004
El Nuevo Herald
------------------------------------------------------------------------
© 2004 El Nuevo Herald and wire service sources. All Rights Reserved.
http://www.miami.com